Esta historia parte mucho tiempo atrás, como en el 97, cuando tenía 10 años. Si que ha pasado el tiempo… por esa época mi hermano mayor estudiaba Ingeniería informática y llevó a casa el primer computador.
Yo estaba fascinado por la tecnología, hacía páginas súper básicas con un editor de texto txt muy manual. Usaba editores desde frontpage hasta dreamweaver, modificaba puntajes de los juegos del computador para ser siempre el ganador.
De la Edad Media a las líneas de código
En el colegio, en la media, recuerdo que tenía un muy buen profesor de historia y sentí por primera vez un guiño por las humanidades. Así fue que decidí irme por ese lado y estudiarla como carrera. La decisión fue un poco dramática porque a mi vieja, la “Gloria”, no le parecía una buena idea y la verdad es que con el tiempo a mi tampoco.
Estudié historia durante 3 años, incluso me iba súper bien. Me encantaba y me sigue gustando porque todo lo que hacemos tiene historia. Por ejemplo, cuando pasa algo malo en tu vida y vuelves a cometer el mismo error, te das cuenta que eso es parte de tu historia y esperas no volver a repetirlo o aprender algo.
Ahora con los años, entiendo que estudiar historia me ayudó a ver las cosas y/o situaciones desde otra perspectiva. Además me dio otras herramientas que uno no tiene en la carrera de programación.
Por ejemplo, a diferencia de otros programadores, a mí me encanta contar historias. Mezclar mi lado nerd con la filosofía y la literatura 🤓.
De hecho, ahora me doy cuenta que esos tiempos donde tenía que leerme 3 libros de 500 páginas para una prueba, me ayudaron a desarrollar una habilidad lectora que como programador me ahorra un montón de tiempo.
Pensándolo bien, lo que más me gusta de la historia es que es transversal a todo. A los procesos que tenemos como sociedad y a cómo nos adaptamos a eso. Cómo pasamos de la Edad Media y oscura al Renacimiento del ser humano. Esos procesos me fascinan.
Cómo me convencí finalmente de ser programador
Llegó el momento en que me tuve que poner los pantalones y decidí que no quería ser profe de Historia. Que era una de las pocas posibilidades que tenía para ejercer.
Así que me retiré y volví a tener un problema con La Gloria. Lógicamente no estaba muy feliz de que dejara todo así como si nada.
Después de retirarme de la carrera trabajé durante un año en varias cosas y decidí escuchar a mi corazón. Me enfoqué en algo que en realidad siempre me había gustado y que en el fondo siempre supe que quería.
Entré a estudiar una carrera técnica en Ingeniería donde sinceramente siento que no aprendí mucho. La experiencia como programador ya la tenía de antes, más todo lo que aprendí de mi hermano mayor.
Más allá de la calidad de lo aprendido, agradezco el haber tomado la decisión de cambiarme, porque me llevó a hacer lo que hago ahora.
Y es que estoy convencido que las puertas que van apareciendo en la vida hay que abrirlas porque nunca sabes qué habrá detrás. Quizás al final te sale algo maravilloso que no te imaginaste jamás.
Al terminar la carrera, hice mi práctica en una empresa de software factory que fue mi gran escuela. Primero porque aprendí mucho como programador en un equipo real y segundo porque ahí conocí a la Xime que es mi pareja ahora.
Más tarde esta empresa quebró y se vino todo gris. La verdad es que no fue un buen año, me fue bastante mal. Estuve desempleado, sin lucas, tenía un perrito “el Mordo” que atropellaron y que finalmente se perdió. Así como hay momentos buenos, están los malos también ¿no?
Cómo supe que Chipax era el lugar correcto
Dicen que de la tormenta siempre viene la calma. Y lo importante es saber levantarse. Así es que saqué todo mi arsenal, desempolve mis herramientas y todo lo aprendido. Me puse a estudiar sobre nuevas tecnologías, terminé FreeCodeCamp e hice varios cursos de Dev.
Recuerdo que fui a 3 entrevistas, una de ellas fue Toni (nuestro CEO) que buscaba el primer programador para Chipax. La entrevista fue super informal. Incluso le conté que gracias a que me daba mucha flojera esperar la micro todos los días. Había creado una aplicación para el celular que me avisaba cuánto tiempo se demoraba cada micro y cuál era el paradero que más me convenía para no tener que correr.
Después de unos días recibí ofertas en las empresas donde postulé, pero al final me decidí por Chipax. Primero porque sentí que generamos una buena conversación y una buena onda desde el principio. Y segundo, porque le vi muchas ganas de hacer el proyecto y meterle toda la energía.
Creo que esa ilusión fue la que me conquistó. Porque al final Chipax es una solución a algo que es un cacho para muchos, pero que a nosotros nos genera tanta ilusión que terminamos por contagiar a todo el que llega al equipo.
Para mí Chipax es mío, es como un pequeño hijo del que estoy orgulloso porque de cierto modo lo he ayudado a construir.
Qué es lo que más me gusta
Han pasado más de 4 años y Chipax se ha vuelto un reto constante. Lo que más me gusta es la importancia que se le da a las personas por sobre otras cosas. Por ejemplo, además de ser el primer programador, fui la primera persona que pudo trabajar remoto, previo a la Pandemia.
Cuando estaba por nacer la Flo (mi primera hija), decidí que no quería que creciera en Santiago. Yo quería vivir en el sur de Chile. Así que después de mucho pensarlo, le dije a Toni que iba a renunciar porque me cambiaba de ciudad y que además tenía una oferta de trabajo.
A lo que antes de dejarme ir, me abrieron muchas posibilidades para que no lo hiciera y trabajara desde Puerto Varas. Sumado a eso cambiaron el horario de trabajo para todos y ahora los viernes solo trabajamos hasta mediodía.
Esa valoración que tienen por las personas por sobre todo lo demás, y esa preocupación constante porque estés bien, es impagable. Además te dan toda la libertad mientras seas responsable. Yo sé que puedo ir a buscar a mi hija al jardín a mitad del día o tomar horas para hacer cosas personales sin que nadie me diga nada. Porque confían en que soy responsable y organizo mi trabajo de la mejor forma.
Cómo es el equipo de Producto
Somos como una familia nerd que intenta pasarla siempre bien. Hacemos torneos de videojuegos, nos juntamos a conversar en torno a una buena cerveza y sobre todo tenemos una cultura del aprendizaje muy bacán.
Cada uno tiene la confianza del otro y la capacidad de aportar al equipo. No vas a llegar a ser solo un monito que ejecuta las cosas que alguien le dice. Hay la opción real de aportar soluciones para el equipo, para desarrollo, para relajarnos, para todo tipo de nivel.
En lo personal me gusta desordenar el gallinero en mi día a día. Lo primero que hago cada mañana es conectarme a Discord antes de empezar a programar. Ahí nos saludamos todos, decimos tonteras, nos molestamos y nos reímos mucho. Podemos hablar desde chistes internos como “los melones del Cri” hasta discutir sobre estrategias de desarrollo de producto y más.
Tenemos un buen ambiente, trabajamos mucho, somos super amigos pero sobre todo la pasamos bien. Y al final del día compartimos en el canal de producto y tecnología de Slack qué hizo cada uno.
Trabajamos para “shapear” las soluciones. Somos detallistas en planificar y describir bien lo que queremos. Trabajamos en ciclos de desarrollo que duran 4 semanas, donde describimos qué funcionalidades queremos hacer y después las ponemos en un betting table o mesa de apuestas, para votar por las que se van a llevar a cabo.
Definimos de inicio a fin qué es lo que tiene que hacer la funcionalidad. Los pasos previos de planificaciones son muy importantes porque tienen que hacernos sentido a todos y no salir solamente de las ideas de Francois.
Probamos la solución con usuarios reales antes de construirla, porque ahí salen un montón de detalles que normalmente no te das cuenta. Después tenemos 1 semana de cooldown donde nos sacamos lo que estábamos haciendo de encima porque veníamos full y nos dedicamos a otras tareas que son necesarias como: resolver bugs, hacer testing, documentar en Notion o probar nuevas ideas.
Lo que viene
Para mí el futuro de Chipax es brillante. Yo vengo de la versión 0 como programador, así que he visto cómo hemos crecido durante todos estos años. Estoy seguro que vamos a seguir creciendo mucho y seremos cada vez mejores. Pronto conquistaremos México, y después toda Latinoamérica.